Me atrevo a decir que la economía del siglo 21 se enfrenta a retos importantes. Desde la salud pública hasta el cambio climático, la humanidad necesita de toda su inventiva para solucionar estas problemáticas. Con el descubrimiento de los mecanismos moleculares en los seres vivos, la biotecnología ha renacido como una fuente de posibles soluciones a dichos retos. Sin embargo, el camino que va de la generación del conocimiento a la implementación de un modelo de negocio no es completamente lineal, especialmente en la biotecnología.
A diferencia de las invenciones en otros campos como las tecnologías de la información, la invención de la Biotecnología tiene como principal componente la incertidumbre causada por la complejidad de los sistemas vivos. Aunque los descubrimientos en los campos relacionados de la biología molecular, biomedicina, microbiología, entre otros han permitido ir reduciendo esta incertidumbre, está última sigue estando presente. Esta condición es una de las causas por las que en biotecnología, las invenciones tardan varios años más en llegar al mercado que en otros campos; décadas si consideramos el tiempo en la industria farmacéutica.
Por este motivo es importante tener en cuenta los modelos de innovación desde antes de que se inicie una investigación en biotecnología. Actualmente existen diferentes modelos y cada uno tiene características y alcances diferentes.
Los más tradicionales se les denominan tech-push y market-pull, en donde se caracterizan por ser líneales. El primer modelo (tech-push) pasa de la generación del conocimiento y su posterior aplicación en un mercado, mientras que la segunda (market-pull) prioriza primero las necesidades del mercado para encontrar una solución a través de la generación de conocimiento.
Debido a que en la práctica es común la retroalimentación entre el desarrollo de alguna tecnología y el mismo mercado, surgió la siguiente generación de modelos de innovación. Estos modelos de innovación están enfocados en la constante retroalimentación entre las etapas de I+D. Dependiendo su complejidad, se les denominan Modelo Departamental (Chain-linked) y Modelo interactivo de Kline.
Los últimos modelos de innovación ocurren mayoritariamente dentro de un sistema cerrado, ya sea una compañía o universidad. Sin embargo ¿Qué pasa cuando nuestra capacidad de inventiva está limitada dentro de la organización? ¿Qué pasa cuando la solución que necesita el mercado es altamente compleja? Para resolver estas problemáticas, diversas organizaciones han optado por abrir este proceso a diferentes actores: Universidades, Gobiernos, Centros de investigación, Otras empresas, inclusive competidores. A este modelo se le conoce como innovación abierta (Open Innovation) y es tal vez uno de los más complejos de ejecutar pero también es el que mayor alcance puede tener para desarrollar tecnología y llevarla a mercado.
No existe un modelo de innovación perfecto. Sin embargo, identificar y planear el camino con el que queremos llevar una tecnología al mercado reduce increíblemente la incertidumbre desde el inicio. Es importante que dentro de la comunidad biotecnológica que consideremos cuál es el modelo de innovación que se adapta mejor para cada proyecto emprendido, dependiendo de su objetivos y alcance.